La Biblia en sus Tradiciones

Job 11,0; 1,1–20,29

RV

HUBO un varón en tierra de Hus, llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, y temeroso de Dios, y apartado del mal.

Y naciéronle siete hijos y tres hijas.

Y su hacienda era siete mil ovejas, y tres mil camellos, y quinientas yuntas de bueyes, y quinientas asnas, y muchísimos criados: y era aquel varón grande más que todos los Orientales.

E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban á llamar sus tres hermanas, para que comiesen y bebiesen con ellos.

Y acontecía que, habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y santificábalos, y levantábase de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado á Dios en s

Y un día vinieron los hijos de Dios á presentarse delante de Jehová, entre los cuales vino también Satán.

Y dijo Jehová á Satán: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satán á Jehová, dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.

Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?

Y respondiendo Satán á Jehová, dijo: ¿Teme Job á Dios de balde?

10 ¿No le has tú cercado á él, y á su casa, y á todo lo que tiene en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto su hacienda ha crecido sobre la tierra.

11 Mas extiende ahora tu mano, y toca á todo lo que tiene, y verás si no te blasfema en tu rostro.

12 Y dijo Jehová á Satán: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano: solamente no pongas tu mano sobre él. Y salióse Satán de delante de Jehová.

13 Y un día aconteció que sus hijos é hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito,

14 Y vino un mensajero á Job, que le dijo: Estando arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos,

15 Acometieron los Sabeos, y tomáronlos, é hirieron á los mozos á filo de espada: solamente escapé yo para traerte las nuevas.

16 Aun estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y los mozos, y los consumió: solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.

17 Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los Caldeos hicieron tres escuadrones, y dieron sobre los camellos, y tomáronlos, é hirieron á los mozos á filo de espada; y solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.

18 Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito;

19 Y he aquí un gran viento que vino del lado del desierto, é hirió las cuatro esquinas de la casa, y cayó sobre los mozos, y murieron; y solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.

20 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y trasquiló su cabeza, y cayendo en tierra adoró;

21 Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. Jehová dió, y Jehová quitó: sea el nombre de Jehová bendito.

22 En todo esto no pecó Job, ni atribuyó á Dios despropósito alguno.

2,1 Y OTRO día aconteció que vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satán vino también entre ellos pareciendo delante de Jehová.

2,2 Y dijo Jehová á Satán: ¿De dónde vienes? Respondió Satán á Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.

2,3 Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado de mal, y que aun retiene su perfección, habiéndome tú incitado contra él, para que lo arruinara sin caus

2,4 Y respondiendo Satán dijo á Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.

2,5 Mas extiende ahora tu mano, y toca á su hueso y á su carne, y verás si no te blasfema en tu rostro.

2,6 Y Jehová dijo á Satán: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.

2,7 Y salió Satán de delante de Jehová, é hirió á Job de una maligna sarna desde la planta de su pie hasta la mollera de su cabeza.

2,8 Y tomaba una teja para rascarse con ella, y estaba sentado en medio de ceniza.

2,9 Díjole entonces su mujer: ¿Aun retienes tú tu simplicidad? Bendice á Dios, y muérete.

2,10 Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. También recibimos el bien de Dios, ¿y el mal no recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.

2,11 Y tres amigos de Job, Eliphaz Temanita, y Bildad Suhita, y Sophar Naamathita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían concertado de venir juntos á condolecerse de él, y á consolarle.

2,12 Los cuales alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron á voz en grito; y cada uno de ellos rasgó su manto, y esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.

2,13 Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que el dolor era muy grande.

3,1 DESPUÉS de esto abrió Job su boca, y maldijo su día.

3,2 Y exclamó Job, y dijo:

3,3 Perezca el día en que yo nací, Y la noche que se dijo: Varón es concebido.

3,4 Sea aquel día sombrío, Y Dios no cuide de él desde arriba, Ni claridad sobre él resplandezca.

3,5 Aféenlo tinieblas y sombra de muerte; Repose sobre él nublado, Que lo haga horrible como caliginoso día.

3,6 Ocupe la oscuridad aquella noche; No sea contada entre los días del año, Ni venga en él número de los meses.

3,7 Oh si fuere aquella noche solitaria, Que no viniera canción alguna en ella!

3,8 Maldíganla los que maldicen al día, Los que se aprestan para levantar su llanto.

3,9 Oscurézcanse las estrellas de su alba; Espere la luz, y no venga, Ni vea los párpados de la mañana:

3,10 Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, Ni escondió de mis ojos la miseria.

3,11 ¿Por qué no morí yo desde la matriz, O fuí traspasado en saliendo del vientre?

3,12 ¿Por qué me previnieron las rodillas? ¿Y para qué las tetas que mamase?

3,13 Pues que ahora yaciera yo, y reposara; Durmiera, y entonces tuviera reposo,

3,14 Con los reyes y con los consejeros de la tierra, Que edifican para sí los desiertos;

3,15 O con los príncipes que poseían el oro, Que henchían sus casas de plata.

3,16 O ¿por qué no fuí escondido como aborto, Como los pequeñitos que nunca vieron luz?

3,17 Allí los impíos dejan el perturbar, Y allí descansan los de cansadas fuerzas.

3,18 Allí asimismo reposan los cautivos; No oyen la voz del exactor.

3,19 Allí están el chico y el grande; Y el siervo libre de su señor.

3,20 ¿Por qué se da luz al trabajado, Y vida á los de ánimo en amargura,

3,21 Que esperan la muerte, y ella no llega, Aunque la buscan más que tesoros;

3,22 Que se alegran sobremanera, Y se gozan, cuando hallan el sepulcro?

3,23 ¿Por qué al hombre que no sabe por donde vaya, Y al cual Dios ha encerrado?

3,24 Pues antes que mi pan viene mi suspiro; Y mis gemidos corren como aguas.

3,25 Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y hame acontecido lo que temía.

3,26 No he tenido paz, no me aseguré, ni me estuve reposado; Vínome no obstante turbación.

4,1 Y RESPONDIO Eliphaz el Temanita, y dijo:

4,2 Si probáremos á hablarte, serte ha molesto; Mas ¿quién podrá detener las palabras?

4,3 He aquí, tú enseñabas á muchos, Y las manos flacas corroborabas;

4,4 Al que vacilaba, enderezaban tus palabras, Y esforzabas las rodillas que decaían.

4,5 Mas ahora que el mal sobre ti ha venido, te es duro; Y cuando ha llegado hasta ti, te turbas.

4,6 ¿Es este tu temor, tu confianza, Tu esperanza, y la perfección de tus caminos?

4,7 Recapacita ahora, ¿quién que fuera inocente se perdiera? Y ¿en dónde los rectos fueron cortados?

4,8 Como yo he visto, los que aran iniquidad Y siembran injuria, la siegan.

4,9 Perecen por el aliento de Dios, Y por el espíritu de su furor son consumidos.

4,10 El bramido del león, y la voz del león, Y los dientes de los leoncillos son quebrantados.

4,11 El león viejo perece por falta de presa, Y los hijos del león son esparcidos.

4,12 El negocio también me era á mí oculto; Mas mi oído ha percibido algo de ello.

4,13 En imaginaciones de visiones nocturnas, Cuando el sueño cae sobre los hombres,

4,14 Sobrevínome un espanto y un temblor, Que estremeció todos mis huesos:

4,15 Y un espíritu pasó por delante de mí, Que hizo se erizara el pelo de mi carne.

4,16 Paróse un fantasma delante de mis ojos, Cuyo rostro yo no conocí, Y quedo, oí que decía:

4,17 ¿Si será el hombre más justo que Dios? ¿Si será el varón más limpio que el que lo hizo?

4,18 He aquí que en sus siervos no confía, Y notó necedad en sus ángeles

4,19 Cuánto más en los que habitan en casas de lodo, Cuyo fundamento está en el polvo, Y que serán quebrantados de la polilla!

4,20 De la mañana á la tarde son quebrantados, Y se pierden para siempre, sin haber quien lo considere.

4,21 ¿Su hermosura, no se pierde con ellos mismos? Mueren, y sin sabiduría.

5,1 AHORA pues da voces, si habrá quien te responda; ¿Y á cuál de los santos te volverás?

5,2 Es cierto que al necio la ira lo mata, Y al codicioso consume la envidia.

5,3 Yo he visto al necio que echaba raíces, Y en la misma hora maldije su habitación.

5,4 Sus hijos estarán lejos de la salud, Y en la puerta serán quebrantados, Y no habrá quien los libre.

5,5 Su mies comerán los hambrientos, Y sacaránla de entre las espinas, Y los sedientos beberán su hacienda.

5,6 Porque la iniquidad no sale del polvo, Ni la molestia brota de la tierra.

5,7 Empero como las centellas se levantan para volar por el aire, Así el hombre nace para la aflicción.

5,8 Ciertamente yo buscaría á Dios, Y depositaría en él mis negocios:

5,9 El cual hace cosas grandes é inescrutables, Y maravillas que no tienen cuento:

5,10 Que da la lluvia sobre la haz de la tierra, Y envía las aguas por los campos:

5,11 Que pone los humildes en altura, Y los enlutados son levantados á salud:

5,12 Que frustra los pensamientos de los astutos, Para que sus manos no hagan nada:

5,13 Que prende á los sabios en la astucia de ellos, Y el consejo de los perversos es entontecido;

5,14 De día se topan con tinieblas, Y en mitad del día andan á tientas como de noche:

5,15 Y libra de la espada al pobre, de la boca de los impíos, Y de la mano violenta;

5,16 Pues es esperanza al menesteroso, Y la iniquidad cerrará su boca.

5,17 He aquí, bienaventurado es el hombre á quien Dios castiga: Por tanto no menosprecies la corrección del Todopoderoso.

5,18 Porque él es el que hace la llaga, y él la vendará: El hiere, y sus manos curan.

5,19 En seis tribulaciones te librará, Y en la séptima no te tocará el mal.

5,20 En el hambre te redimirá de la muerte, Y en la guerra de las manos de la espada.

5,21 Del azote de la lengua serás encubierto; Ni temerás de la destrucción cuando viniere.

5,22 De la destrucción y del hambre te reirás, Y no temerás de las bestias del campo:

5,23 Pues aun con las piedras del campo tendrás tu concierto, Y las bestias del campo te serán pacíficas.

5,24 Y sabrás que hay paz en tu tienda; Y visitarás tu morada, y no pecarás.

5,25 Asimismo echarás de ver que tu simiente es mucha, Y tu prole como la hierba de la tierra.

5,26 Y vendrás en la vejez á la sepultura, Como el montón de trigo que se coge á su tiempo.

5,27 He aquí lo que hemos inquirido, lo cual es así: Oyelo, y juzga tú para contigo.

6,1 Y RESPONDIO Job y dijo:

6,2 Oh si pesasen al justo mi queja y mi tormento, Y se alzasen igualmente en balanza!

6,3 Porque pesaría aquél más que la arena del mar: Y por tanto mis palabras son cortadas.

6,4 Porque las saetas del Todopoderoso están en mí, Cuyo veneno bebe mi espíritu; Y terrores de Dios me combaten.

6,5 ¿Acaso gime el asno montés junto á la hierba? ¿Muge el buey junto á su pasto?

6,6 ¿Comeráse lo desabrido sin sal? ¿O habrá gusto en la clara del huevo?

6,7 Las cosas que mi alma no quería tocar, Por los dolores son mi comida.

6,8 Quién me diera que viniese mi petición, Y que Dios me otorgase lo que espero;

6,9 Y que pluguiera á Dios quebrantarme; Que soltara su mano, y me deshiciera!

6,10 Y sería aún mi consuelo, Si me asaltase con dolor sin dar más tregua, Que yo no he escondido las palabras del Santo.

6,11 ¿Cuál es mi fortaleza para esperar aún? ¿Y cuál mi fin para dilatar mi vida?

6,12 ¿Es mi fortaleza la de las piedras? ¿O mi carne, es de acero?

6,13 ¿No me ayudo cuanto puedo, Y el poder me falta del todo?

6,14 El atribulado es consolado de su compañero: Mas hase abandonado el temor del Omnipotente.

6,15 Mis hermanos han mentido cual arroyo: Pasáronse como corrientes impetuosas,

6,16 Que están escondidas por la helada, Y encubiertas con nieve;

6,17 Que al tiempo del calor son deshechas, Y en calentándose, desaparecen de su lugar;

6,18 Apártanse de la senda de su rumbo, Van menguando y piérdense.

6,19 Miraron los caminantes de Temán, Los caminantes de Saba esperaron en ellas:

6,20 Mas fueron avergonzados por su esperanza; Porque vinieron hasta ellas, y halláronse confusos.

6,21 Ahora ciertamente como ellas sois vosotros: Que habéis visto el tormento, y teméis.

6,22 ¿Os he dicho yo: Traedme, Y pagad por mí de vuestra hacienda;

6,23 Y libradme de la mano del opresor, Y redimidme del poder de los violentos?

6,24 Enseñadme, y yo callaré: Y hacedme entender en qué he errado.

6,25 Cuán fuertes son las palabras de rectitud! Mas ¿qué reprende el que reprende de vosotros?

6,26 ¿Pensáis censurar palabras, Y los discursos de un desesperado, que son como el viento?

6,27 También os arrojáis sobre el huérfano, Y hacéis hoyo delante de vuestro amigo.

6,28 Ahora pues, si queréis, mirad en mí, Y ved si miento delante de vosotros.

6,29 Tornad ahora, y no haya iniquidad; Volved aún á considerar mi justicia en esto.

6,30 ¿Hay iniquidad en mi lengua? ¿No puede mi paladar discernir las cosas depravadas?

7,1 CIERTAMENTE tiempo limitado tiene el hombre sobre la tierra, Y sus días son como los días del jornalero.

7,2 Como el siervo anhela la sombra, Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo:

7,3 Así poseo yo meses de vanidad, Y noches de trabajo me dieron por cuenta.

7,4 Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Y mide mi corazón la noche, Y estoy harto de devaneos hasta el alba.

7,5 Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo; Mi piel hendida y abominable.

7,6 Y mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, Y fenecieron sin esperanza.

7,7 Acuérdate que mi vida es viento, Y que mis ojos no volverán á ver el bien.

7,8 Los ojos de los que me ven, no me verán más: Tus ojos sobre mí, y dejaré de ser.

7,9 La nube se consume, y se va: Así el que desciende al sepulcro no subirá;

7,10 No tornará más á su casa, Ni su lugar le conocerá más.

7,11 Por tanto yo no reprimiré mi boca; Hablaré en la angustia de mi espíritu, Y quejaréme con la amargura de mi alma.

7,12 ¿Soy yo la mar, ó ballena, Que me pongas guarda?

7,13 Cuando digo: Mi cama me consolará, Mi cama atenuará mis quejas;

7,14 Entonces me quebrantarás con sueños, Y me turbarás con visiones.

7,15 Y así mi alma tuvo por mejor el ahogamiento, Y quiso la muerte más que mis huesos.

7,16 Aburríme: no he de vivir yo para siempre; Déjáme, pues que mis días son vanidad.

7,17 ¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, Y que pongas sobre él tu corazón,

7,18 Y lo visites todas las mañanas, Y todos los momentos lo pruebes?

7,19 ¿Hasta cuándo no me dejarás, Ni me soltarás hasta que trague mi saliva?

7,20 Pequé, ¿qué te haré, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me has puesto contrario á ti, Y que á mí mismo sea pesado?

7,21 ¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, Y si me buscares de mañana, ya no seré.

8,1 Y RESPONDIO Bildad Suhita, y dijo:

8,2 ¿Hasta cuándo hablarás tales cosas, Y las palabras de tu boca serán como un viento fuerte?

8,3 ¿Acaso pervertirá Dios el derecho, O el Todopoderoso pervertirá la justicia?

8,4 Si tus hijos pecaron contra él, El los echó en el lugar de su pecado.

8,5 Si tú de mañana buscares á Dios, Y rogares al Todopoderoso;

8,6 Si fueres limpio y derecho, Cierto luego se despertará sobre ti, Y hará próspera la morada de tu justicia.

8,7 Y tu principio habrá sido pequeño, Y tu postrimería acrecerá en gran manera.

8,8 Porque pregunta ahora á la edad pasada, Y disponte para inquirir de sus padres de ellos;

8,9 Pues nosotros somos de ayer, y no sabemos, Siendo nuestros días sobre la tierra como sombra.

8,10 ¿No te enseñarán ellos, te dirán, Y de su corazón sacarán palabras?

8,11 ¿Crece el junco sin lodo? ¿Crece el prado sin agua?

8,12 Aun él en su verdor no será cortado, Y antes de toda hierba se secará.

8,13 Tales son los caminos de todos los que olvidan á Dios: Y la esperanza del impío perecerá:

8,14 Porque su esperanza será cortada, Y su confianza es casa de araña.

8,15 Apoyaráse él sobre su casa, mas no permanecerá en pie; Atendráse á ella, mas no se afirmará.

8,16 A manera de un árbol, está verde delante del sol, Y sus renuevos salen sobre su huerto;

8,17 Vanse entretejiendo sus raíces junto á una fuente, Y enlazándose hasta un lugar pedregoso.

8,18 Si le arrancaren de su lugar, Este negarále entonces, diciendo: Nunca te vi.

8,19 Ciertamente éste será el gozo de su camino; Y de la tierra de donde se traspusiere, nacerán otros.

8,20 He aquí, Dios no aborrece al perfecto, Ni toma la mano de los malignos.

8,21 Aun henchirá tu boca de risa, Y tus labios de júbilo.

8,22 Los que te aborrecen, serán vestidos de confusión; Y la habitación de los impíos perecerá.

9,1 Y RESPONDIO Job, y dijo:

9,2 Ciertamente yo conozco que es así: ¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?

9,3 Si quisiere contender con él, No le podrá responder á una cosa de mil.

9,4 El es sabio de corazón, y poderoso en fortaleza, ¿Quién se endureció contra él, y quedó en paz?

9,5 Que arranca los montes con su furor, Y no conocen quién los trastornó:

9,6 Que remueve la tierra de su lugar, Y hace temblar sus columnas:

9,7 Que manda al sol, y no sale; Y sella las estrellas:

9,8 El que extiende solo los cielos, Y anda sobre las alturas de la mar:

9,9 El que hizo el Arcturo, y el Orión, y las Pléyadas, Y los lugares secretos del mediodía:

9,10 El que hace cosas grandes é incomprensibles, Y maravillosas, sin número.

9,11 He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré; Y pasará, y no lo entenderé.

9,12 He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir? ¿Quién le dirá, Qué haces?

9,13 Dios no tornará atrás su ira, Y debajo de él se encorvan los que ayudan á los soberbios.

9,14 ¿Cuánto menos le responderé yo, Y hablaré con él palabras estudiadas?

9,15 Que aunque fuese yo justo, no responderé; Antes habré de rogar á mi juez.

9,16 Que si yo le invocase, y él me respondiese, Aun no creeré que haya escuchado mi voz.

9,17 Porque me ha quebrado con tempestad, Y ha aumentado mis heridas sin causa.

9,18 No me ha concedido que tome mi aliento; Mas hame hartado de amarguras.

9,19 Si habláremos de su potencia, fuerte por cierto es; Si de juicio, ¿quién me emplazará?

9,20 Si yo me justificare, me condenará mi boca; Si me dijere perfecto, esto me hará inicuo.

9,21 Bien que yo fuese íntegro, no conozco mi alma: Reprocharé mi vida.

9,22 Una cosa resta que yo diga: Al perfecto y al impío él los consume.

9,23 Si azote mata de presto, Ríese de la prueba de los inocentes.

9,24 La tierra es entregada en manos de los impíos, Y él cubre el rostro de sus jueces. Si no es él, ¿quién es? ¿dónde está?

9,25 Mis días han sido más ligeros que un correo; Huyeron, y no vieron el bien.

9,26 Pasaron cual navíos veloces: Como el águila que se arroja á la comida.

9,27 Si digo: Olvidaré mi queja, Dejaré mi aburrimiento, y esforzaréme:

9,28 Contúrbanme todos mis trabajos; Sé que no me darás por libre.

9,29 Yo soy impío, ¿Para qué trabajaré en vano?

9,30 Aunque me lave con aguas de nieve, Y limpie mis manos con la misma limpieza,

9,31 Aun me hundirás en el hoyo, Y mis propios vestidos me abominarán.

9,32 Porque no es hombre como yo, para que yo le responda, Y vengamos juntamente á juicio.

9,33 No hay entre nosotros árbitro Que ponga su mano sobre nosotros ambos.

9,34 Quite de sobre mí su vara, Y su terror no me espante.

9,35 Entonces hablaré, y no le temeré: Porque así no estoy en mí mismo.

10,1 ESTA mi alma aburrida de mi vida: Daré yo suelta á mi queja sobre mí, Hablaré con amargura de mi alma.

10,2 Diré á Dios: no me condenes; Hazme entender por qué pleiteas conmigo.

10,3 ¿Parécete bien que oprimas, Que deseches la obra de tus manos, Y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos?

10,4 ¿Tienes tú ojos de carne? ¿Ves tú como ve el hombre?

10,5 ¿Son tus días como los días del hombre, O tus años como los tiempos humanos,

10,6 Para que inquieras mi iniquidad, Y busques mi pecado,

10,7 Sobre saber tú que no soy impío, Y que no hay quien de tu mano libre?

10,8 Tus manos me formaron y me compusieron Todo en contorno: ¿y así me deshaces?

10,9 Acuérdate ahora que como á lodo me diste forma: ¿Y en polvo me has de tornar?

10,10 ¿No me fundiste como leche, Y como un queso me cuajaste?

10,11 Vestísteme de piel y carne, Y cubrísteme de huesos y nervios.

10,12 Vida y misericordia me concediste, Y tu visitación guardó mi espíritu.

10,13 Y estas cosas tienes guardadas en tu corazón; Yo sé que esto está cerca de ti.

10,14 Si pequé, tú me has observado, Y no me limpias de mi iniquidad.

10,15 Si fuere malo, ­ay de mí! Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza, Estando harto de deshonra, Y de verme afligido.

10,16 Y subirá de punto, pues me cazas como á león, Y tornas á hacer en mí maravillas.

10,17 Renuevas contra mí tus plagas, Y aumentas conmigo tu furor, Remudándose sobre mí ejércitos.

10,18 ¿Por qué me sacaste de la matriz? Habría yo espirado, y no me vieran ojos.

10,19 Fuera, como si nunca hubiera sido, Llevado desde el vientre á la sepultura.

10,20 ¿No son mis días poca cosa? Cesa pues, y déjame, para que me conforte un poco.

10,21 Antes que vaya para no volver, A la tierra de tinieblas y de sombra de muerte;

10,22 Tierra de oscuridad, lóbrega Como sombra de muerte, sin orden, Y que aparece como la oscuridad misma.

11,1 Y RESPONDIO Sophar Naamathita, y dijo:

11,2 ¿Las muchas palabras no han de tener respuesta? ¿Y el hombre parlero será justificado?

11,3 ¿Harán tus falacias callar á los hombres? ¿Y harás escarnio, y no habrá quien te avergüence?

11,4 Tú dices: Mi conversar es puro, Y yo soy limpio delante de tus ojos.

11,5 Mas ­oh quién diera que Dios hablara, Y abriera sus labios contigo,

11,6 Y que te declarara los arcanos de la sabiduría, Que son de doble valor que la hacienda! Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos que tu iniquidad merece.

11,7 ¿Alcanzarás tú el rastro de Dios? ¿Llegarás tú á la perfección del Todopoderoso?

11,8 Es más alto que los cielos: ¿qué harás? Es más profundo que el infierno: ¿cómo lo conocerás?

11,9 Su dimensión es más larga que la tierra, Y más ancha que la mar.

11,10 Si cortare, ó encerrare, O juntare, ¿quién podrá contrarrestarle?

11,11 Porque él conoce á los hombres vanos: Ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?

11,12 El hombre vano se hará entendido, Aunque nazca como el pollino del asno montés.

11,13 Si tú apercibieres tu corazón, Y extendieres á él tus manos;

11,14 Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, Y no consintieres que more maldad en tus habitaciones;

11,15 Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, Y serás fuerte y no temerás:

11,16 Y olvidarás tu trabajo, O te acordarás de él como de aguas que pasaron:

11,17 Y en mitad de la siesta se levantará bonanza; Resplandecerás, y serás como la mañana:

11,18 Y confiarás, que habrá esperanza; Y cavarás, y dormirás seguro:

11,19 Y te acostarás, y no habrá quien te espante: Y muchos te rogarán.

11,20 Mas los ojos de los malos se consumirán, Y no tendrán refugio; Y su esperanza será agonía del alma.

12,1 Y RESPONDIO Job, y dijo:

12,2 Ciertamente que vosotros sois el pueblo; Y con vosotros morirá la sabiduría.

12,3 También tengo yo seso como vosotros; No soy yo menos que vosotros: ¿Y quién habrá que no pueda decir otro tanto?

12,4 Yo soy uno de quien su amigo se mofa, Que invoca á Dios, y él le responde: Con todo, el justo y perfecto es escarnecido.

12,5 Aquel cuyos pies van á resbalar, Es como una lámpara despreciada de aquel que está á sus anchuras.

12,6 Prosperan las tiendas de los ladrones, Y los que provocan á Dios viven seguros; En cuyas manos él ha puesto cuanto tienen.

12,7 Y en efecto, pregunta ahora á las bestias, que ellas te enseñarán; Y á las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán;

12,8 O habla á la tierra, que ella te enseñará; Los peces de la mar te lo declararán también.

12,9 ¿Qué cosa de todas estas no entiende Que la mano de Jehová la hizo?

12,10 En su mano está el alma de todo viviente, Y el espíritu de toda carne humana.

12,11 Ciertamente el oído distingue las palabras, Y el paladar gusta las viandas.

12,12 En los viejos está la ciencia, Y en la larga edad la inteligencia.

12,13 Con Dios está la sabiduría y la fortaleza; Suyo es el consejo y la inteligencia.

12,14 He aquí, él derribará, y no será edificado: Encerrará al hombre, y no habrá quien le abra.

12,15 He aquí, el detendrá las aguas, y se secarán; El las enviará, y destruirán la tierra.

12,16 Con él está la fortaleza y la existencia; Suyo es el que yerra, y el que hace errar.

12,17 El hace andar á los consejeros desnudos de consejo, Y hace enloquecer á los jueces.

12,18 El suelta la atadura de los tiranos, Y ata el cinto á sus lomos.

12,19 El lleva despojados á los príncipes, Y trastorna á los poderosos.

12,20 El impide el labio á los que dicen verdad, Y quita á los ancianos el consejo.

12,21 El derrama menosprecio sobre los príncipes, Y enflaquece la fuerza de los esforzados.

12,22 El descubre las profundidades de las tinieblas, Y saca á luz la sombra de muerte.

12,23 El multiplica las gentes, y él las destruye: El esparce las gentes, y las torna á recoger.

12,24 El quita el seso de las cabezas del pueblo de la tierra, Y háceles que se pierdan vagueando sin camino:

12,25 Van á tientas como en tinieblas y sin luz, Y los hace errar como borrachos.

13,1 HE AQUI que todas estas cosas han visto mis ojos, Y oído y entendido de por sí mis oídos.

13,2 Como vosotros lo sabéis, lo sé yo; No soy menos que vosotros.

13,3 Mas yo hablaría con el Todopoderoso, Y querría razonar con Dios.

13,4 Que ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; Sois todos vosotros médicos nulos.

13,5 Ojalá callarais del todo, Porque os fuera sabiduría.

13,6 Oid ahora mi razonamiento, Y estad atentos á los argumentos de mis labios.

13,7 ¿Habéis de hablar iniquidad por Dios? ¿Habéis de hablar por él engaño?

13,8 ¿Habéis de hacer acepción de su persona? ¿Habéis de pleitear vosotros por Dios?

13,9 ¿Sería bueno que él os escudriñase? ¿Os burlaréis de él como quien se burla de algún hombre?

13,10 El os reprochará de seguro, Si solapadamente hacéis acepción de personas.

13,11 De cierto su alteza os había de espantar, Y su pavor había de caer sobre vosotros.

13,12 Vuestras memorias serán comparadas á la ceniza, Y vuestros cuerpos como cuerpos de lodo.

13,13 Escuchadme, y hablaré yo, Y véngame después lo que viniere.

13,14 ¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, Y pondré mi alma en mi mano?

13,15 He aquí, aunque me matare, en él esperaré; Empero defenderé delante de él mis caminos.

13,16 Y él mismo me será salud, Porque no entrará en su presencia el hipócrita.

13,17 Oid con atención mi razonamiento, Y mi denunciación con vuestros oídos.

13,18 He aquí ahora, si yo me apercibiere á juicio, Sé que seré justificado.

13,19 ¿Quién es el que pleiteará conmigo? Porque si ahora yo callara, fenecería.

13,20 A lo menos dos cosas no hagas conmigo; Entonces no me esconderé de tu rostro:

13,21 Aparta de mí tu mano, Y no me asombre tu terror.

13,22 Llama luego, y yo responderé; O yo hablaré, y respóndeme tú.

13,23 ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi prevaricación y mi pecado.

13,24 ¿Por qué escondes tu rostro, Y me cuentas por tu enemigo?

13,25 ¿A la hoja arrebatada has de quebrantar? ¿Y á una arista seca has de perseguir?

13,26 ¿Por qué escribes contra mí amarguras, Y me haces cargo de los pecados de mi mocedad?

13,27 Pones además mis pies en el cepo, y guardas todos mis caminos, Imprimiéndolo á las raíces de mis pies.

13,28 Y el cuerpo mío se va gastando como de carcoma, Como vestido que se come de polilla.

14,1 EL HOMBRE nacido de mujer, Corto de días, y harto de sinsabores:

14,2 Que sale como una flor y es cortado; Y huye como la sombra, y no permanece.

14,3 ¿Y sobre éste abres tus ojos, Y me traes á juicio contigo?

14,4 ¿Quién hará limpio de inmundo? Nadie.

14,5 Ciertamente sus días están determinados, y el número de sus meses está cerca de ti: Tú le pusiste términos, de los cuales no pasará.

14,6 Si tú lo dejares, él dejará de ser: Entre tanto deseará, como el jornalero, su día.

14,7 Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñecerá aún, Y sus renuevos no faltarán.

14,8 Si se envejeciere en la tierra su raíz, Y su tronco fuere muerto en el polvo,

14,9 Al percibir el agua reverdecerá, Y hará copa como planta.

14,10 Mas el hombre morirá, y será cortado; Y perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?

14,11 Las aguas de la mar se fueron, Y agotóse el río, secóse.

14,12 Así el hombre yace, y no se tornará á levantar: Hasta que no haya cielo no despertarán, Ni se levantarán de su sueño.

14,13 Oh quién me diera que me escondieses en el sepulcro, Que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, Que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!

14,14 Si el hombre muriere, ¿volverá á vivir? Todos los días de mi edad esperaré, Hasta que venga mi mutación.

14,15 Aficionado á la obra de tus manos, Llamarás, y yo te responderé.

14,16 Pues ahora me cuentas los pasos, Y no das tregua á mi pecado.

14,17 Tienes sellada en saco mi prevaricación, Y coacervas mi iniquidad.

14,18 Y ciertamente el monte que cae se deshace, Y las peñas son traspasadas de su lugar;

14,19 Las piedras son desgastadas con el agua impetuosa, Que se lleva el polvo de la tierra: de tal manera haces tú perecer la esperanza del hombre.

14,20 Para siempre serás más fuerte que él, y él se va; Demudarás su rostro, y enviaráslo.

14,21 Sus hijos serán honrados, y él no lo sabrá; O serán humillados, y no entenderá de ellos.

14,22 Mas su carne sobre él se dolerá, Y entristecerse ha en él su alma.

15,1 Y RESPONDIO Eliphaz Temanita, y dijo:

15,2 ¿Si proferirá el sabio vana sabiduría, Y henchirá su vientre de viento solano?

15,3 ¿Disputará con palabras inútiles, Y con razones sin provecho?

15,4 Tú también disipas el temor, Y menoscabas la oración delante de Dios.

15,5 Porque tu boca declaró tu iniquidad, Pues has escogido el hablar de los astutos.

15,6 Tu boca te condenará, y no yo; Y tus labios testificarán contra ti.

15,7 ¿Naciste tú primero que Adam? ¿O fuiste formado antes que los collados?

15,8 ¿Oíste tú el secreto de Dios, Que detienes en ti solo la sabiduría?

15,9 ¿Qué sabes tú que no sepamos? ¿Qué entiendes que no se halle en nosotros?

15,10 Entre nosotros también hay cano, también hay viejo Mucho mayor en días que tu padre.

15,11 ¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios? ¿Tienes acaso alguna cosa oculta cerca de ti?

15,12 ¿Por qué te enajena tu corazón, Y por qué guiñan tus ojos,

15,13 Pues haces frente á Dios con tu espíritu, Y sacas tales palabras de tu boca?

15,14 ¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio, Y que se justifique el nacido de mujer?

15,15 He aquí que en sus santos no confía, Y ni los cielos son limpios delante de sus ojos:

15,16 ¿Cuánto menos el hombre abominable y vil, Que bebe la iniquidad como agua?

15,17 Escúchame; yo te mostraré Y te contaré lo que he visto:

15,18 (Lo que los sabios nos contaron De sus padres, y no lo encubrieron;

15,19 A los cuales solos fué dada la tierra, Y no pasó extraño por medio de ellos:)

15,20 Todos los días del impío, él es atormentado de dolor, Y el número de años es escondido al violento.

15,21 Estruendos espantosos hay en sus oídos; En la paz le vendrá quien lo asuele.

15,22 El no creerá que ha de volver de las tinieblas, Y está mirando al cuchillo.

15,23 Desasosegado á comer siempre, Sabe que le está aparejado día de tinieblas.

15,24 Tribulación y angustia le asombrarán, Y esforzaránse contra él como un rey apercibido para la batalla.

15,25 Por cuanto él extendió su mano contra Dios, Y se esforzó contra el Todopoderoso,

15,26 El le acometerá en la cerviz, En lo grueso de las hombreras de sus escudos:

15,27 Porque cubrió su rostro con su gordura, E hizo pliegues sobre los ijares;

15,28 Y habitó las ciudades asoladas, Las casas inhabitadas, Que estaban puestas en montones.

15,29 No enriquecerá, ni será firme su potencia, Ni extenderá por la tierra su hermosura.

15,30 No se escapará de las tinieblas: La llama secará sus ramos, Y con el aliento de su boca perecerá.

15,31 No confíe el iluso en la vanidad; Porque ella será su recompensa.

15,32 El será cortado antes de su tiempo, Y sus renuevos no reverdecerán.

15,33 El perderá su agraz como la vid, Y derramará su flor como la oliva.

15,34 Porque la sociedad de los hipócritas será asolada, Y fuego consumirá las tiendas de soborno.

15,35 Concibieron dolor, y parieron iniquidad; Y las entradas de ellos meditan engaño.

16,1 Y RESPONDIO Job, y dijo:

16,2 Muchas veces he oído cosas como estas: Consoladores molestos sois todos vosotros.

16,3 ¿Tendrán fin las palabras ventosas? O ¿qué te animará á responder?

16,4 También yo hablaría como vosotros. Ojalá vuestra alma estuviera en lugar de la mía, Que yo os tendría compañía en las palabras, Y sobre vosotros movería mi cabeza.

16,5 Mas yo os alentaría con mis palabras, Y la consolación de mis labios apaciguaría el dolor vuestro.

16,6 Si hablo, mi dolor no cesa; Y si dejo de hablar, no se aparta de mí.

16,7 Empero ahora me ha fatigado: Has tú asolado toda mi compañía.

16,8 Tú me has arrugado; testigo es mi flacura, Que se levanta contra mí para testificar en mi rostro.

16,9 Su furor me destrizó, y me ha sido contrario: Crujió sus dientes contra mí; Contra mí aguzó sus ojos mi enemigo.

16,10 Abrieron contra mí su boca; Hirieron mis mejillas con afrenta; Contra mí se juntaron todos.

16,11 Hame entregado Dios al mentiroso, Y en las manos de los impíos me hizo estremecer.

16,12 Próspero estaba, y desmenuzóme: Y arrebatóme por la cerviz, y despedazóme, Y púsome por blanco suyo.

16,13 Cercáronme sus flecheros, Partió mis riñones, y no perdonó: Mi hiel derramó por tierra.

16,14 Quebrantóme de quebranto sobre quebranto; Corrió contra mí como un gigante.

16,15 Yo cosí saco sobre mi piel, Y cargué mi cabeza de polvo.

16,16 Mi rostro está enlodado con lloro, Y mis párpados entenebrecidos:

16,17 A pesar de no haber iniquidad en mis manos, Y de haber sido mi oración pura.

16,18 Oh tierra! no cubras mi sangre, Y no haya lugar á mi clamor.

16,19 Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, Y mi testimonio en las alturas.

16,20 Disputadores son mis amigos: Mas á Dios destilarán mis ojos.

16,21 Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios, Como con su prójimo!

16,22 Mas los años contados vendrán, Y yo iré el camino por donde no volveré.

17,1 MI ALIENTO está corrompido, acórtanse mis días, Y me está aparejado el sepulcro.

17,2 No hay conmigo sino escarnecedores, En cuya acrimonia se detienen mis ojos.

17,3 Pon ahora, dame fianza para litigar contigo: ¿Quién tocará ahora mi mano?

17,4 Porque á éstos has tú escondido su corazón de inteligencia: Por tanto, no los ensalzarás.

17,5 El que denuncia lisonjas á sus prójimos, Los ojos de sus hijos desfallezcan.

17,6 El me ha puesto por parábola de pueblos, Y delante de ellos he sido como tamboril.

17,7 Y mis ojos se oscurecieron de desabrimiento, Y mis pensamientos todos son como sombra.

17,8 Los rectos se maravillarán de esto, Y el inocente se levantará contra el hipócrita.

17,9 No obstante, proseguirá el justo su camino, Y el limpio de manos aumentará la fuerza.

17,10 Mas volved todos vosotros, y venid ahora, Que no hallaré entre vosotros sabio.

17,11 Pasáronse mis días, fueron arrancados mis pensamientos, Los designios de mi corazón.

17,12 Pusieron la noche por día, Y la luz se acorta delante de las tinieblas.

17,13 Si yo espero, el sepulcro es mi casa: Haré mi cama en las tinieblas.

17,14 A la huesa tengo dicho: Mi padre eres tú; A los gusanos: Mi madre y mi hermana.

17,15 ¿Dónde pues estará ahora mi esperanza? Y mi esperanza ¿quién la verá?

17,16 A los rincones de la huesa descenderán, Y juntamente descansarán en el polvo.

18,1 Y RESPONDIO Bildad Suhita, y dijo:

18,2 ¿Cuándo pondréis fin á las palabras? Entended, y después hablemos.

18,3 ¿Por qué somos tenidos por bestias, Y en vuestros ojos somos viles?

18,4 Oh tú, que despedazas tu alma con tu furor, ¿Será dejada la tierra por tu causa, Y serán traspasadas de su lugar las peñas?

18,5 Ciertamente la luz de los impíos será apagada, Y no resplandecerá la centella de su fuego.

18,6 La luz se oscurecerá en su tienda, Y apagaráse sobre él su lámpara.

18,7 Los pasos de su pujanza serán acortados, Y precipitarálo su mismo consejo.

18,8 Porque red será echada en sus pies, Y sobre red andará.

18,9 Lazo prenderá su calcañar: Afirmaráse la trampa contra él.

18,10 Su cuerda está escondida en la tierra, Y su torzuelo sobre la senda.

18,11 De todas partes lo asombrarán temores, Y haránle huir desconcertado.

18,12 Su fuerza será hambrienta, Y á su lado estará aparejado quebrantamiento.

18,13 El primogénito de la muerte comerá los ramos de su piel, Y devorará sus miembros.

18,14 Su confianza será arrancada de su tienda, Y harále esto llevar al rey de los espantos.

18,15 En su tienda morará como si no fuese suya: Piedra azufre será esparcida sobre su morada.

18,16 Abajo se secarán sus raíces, Y arriba serán cortadas sus ramas.

18,17 Su memoria perecerá de la tierra, Y no tendrá nombre por las calles.

18,18 De la luz será lanzado á las tinieblas, Y echado fuera del mundo.

18,19 No tendrá hijo ni nieto en su pueblo, Ni quien le suceda en sus moradas.

18,20 Sobre su día se espantarán los por venir, Como ocupó el pavor á los que fueron antes.

18,21 Ciertamente tales son las moradas del impío, Y este será el lugar del que no conoció á Dios.

19,1 Y RESPONDIO Job, y dijo:

19,2 ¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma, Y me moleréis con palabras?

19,3 Ya me habéis vituperado diez veces: ¿No os avergonzáis de descomediros delante de mí?

19,4 Sea así que realmente haya yo errado, Conmigo se quedará mi yerro.

19,5 Mas si vosotros os engrandeciereis contra mí, Y adujereis contra mí mi oprobio,

19,6 Sabed ahora que Dios me ha trastornado, Y traído en derredor su red sobre mí.

19,7 He aquí yo clamaré agravio, y no seré oído: Daré voces, y no habrá juicio.

19,8 Cercó de vallado mi camino, y no pasaré; Y sobre mis veredas puso tinieblas.

19,9 Hame despojado de mi gloria, Y quitado la corona de mi cabeza.

19,10 Arruinóme por todos lados, y perezco; Y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.

19,11 E hizo inflamar contra mí su furor, Y contóme para sí entre sus enemigos.

19,12 Vinieron sus ejércitos á una, y trillaron sobre mí su camino, Y asentaron campo en derredor de mi tienda.

19,13 Hizo alejar de mí mis hermanos, Y positivamente se extrañaron de mí mis conocidos.

19,14 Mis parientes se detuvieron, Y mis conocidos se olvidaron de mí.

19,15 Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; Forastero fuí yo en sus ojos.

19,16 Llamé á mi siervo, y no respondió; De mi propia boca le suplicaba.

19,17 Mi aliento vino á ser extraño á mi mujer, Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.

19,18 Aun los muchachos me menospreciaron: En levantándome, hablaban contra mí.

19,19 Todos mis confidentes me aborrecieron; Y los que yo amaba, se tornaron contra mí.

19,20 Mi cuero y mi carne se pegaron á mis huesos; Y he escapado con la piel de mis dientes.

19,21 Oh vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí; Porque la mano de Dios me ha tocado.

19,22 ¿Por qué me perseguís como Dios, Y no os hartáis de mis carnes?

19,23 Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ­Quién diese que se escribieran en un libro!

19,24 Que con cincel de hierro y con plomo Fuesen en piedra esculpidas para siempre!

19,25 Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo:

19,26 Y después de deshecha esta mi piel, Aun he de ver en mi carne á Dios;

19,27 Al cual yo tengo de ver por mí, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mis riñones se consuman dentro de mí.

19,28 Mas debierais decir: ¿Por qué lo perseguimos? Ya que la raíz del negocio en mí se halla.

19,29 Temed vosotros delante de la espada; Porque sobreviene el furor de la espada á causa de las injusticias, Para que sepáis que hay un juicio.

20,1 Y RESPONDIO Sophar Naamathita, y dijo:

20,2 Por cierto mis pensamientos me hacen responder, Y por tanto me apresuro.

20,3 La reprensión de mi censura he oído, Y háceme responder el espíritu de mi inteligencia.

20,4 ¿No sabes esto que fué siempre, Desde el tiempo que fué puesto el hombre sobre la tierra,

20,5 Que la alegría de los impíos es breve, Y el gozo del hipócrita por un momento?

20,6 Si subiere su altivez hasta el cielo, Y su cabeza tocare en las nubes,

20,7 Con su estiércol perecerá para siempre: Los que le hubieren visto, dirán: ¿Qué es de él?

20,8 Como sueño volará, y no será hallado: Y disiparáse como visión nocturna.

20,9 El ojo que le habrá visto, nunca más le verá; Ni su lugar le echará más de ver.

20,10 Sus hijos pobres andarán rogando; Y sus manos tornarán lo que él robó.

20,11 Sus huesos están llenos de sus mocedades, Y con él serán sepultados en el polvo.

20,12 Si el mal se endulzó en su boca, Si lo ocultaba debajo de su lengua;

20,13 Si le parecía bien, y no lo dejaba, Mas antes lo detenía entre su paladar;

20,14 Su comida se mudará en sus entrañas, Hiel de áspides será dentro de él.

20,15 Devoró riquezas, mas vomitarálas; De su vientre las sacará Dios.

20,16 Veneno de áspides chupará; Matarálo lengua de víbora.

20,17 No verá los arroyos, los ríos, Los torrentes de miel y de manteca.

20,18 Restituirá el trabajo conforme á la hacienda que tomó; Y no tragará, ni gozará.

20,19 Por cuanto quebrantó y desamparó á los pobres, Robó casas, y no las edificó;

20,20 Por tanto, no sentirá él sosiego en su vientre, Ni salvará nada de lo que codiciaba.

20,21 No quedó nada que no comiese: Por tanto su bien no será durable.

20,22 Cuando fuere lleno su bastimento, tendrá angustia: Las manos todas de los malvados vendrán sobre él.

20,23 Cuando se pusiere á henchir su vientre, Dios enviará sobre él el furor de su ira, Y harála llover sobre él y sobre su comida.

20,24 Huirá de las armas de hierro, Y el arco de acero le atravesará.

20,25 Desenvainará y sacará saeta de su aljaba, Y relumbrante pasará por su hiel: Sobre él vendrán terrores.

20,26 Todas tinieblas están guardadas para sus secretos: Fuego no soplado lo devorará; Su sucesor será quebrantado en su tienda.

20,27 Los cielos descubrirán su iniquidad, Y la tierra se levantará contra él.

20,28 Los renuevos de su casa serán trasportados; Serán derramados en el día de su furor.

20,29 Esta es la parte que Dios apareja al hombre impío, Y la heredad que Dios le señala por su palabra.